lunes, 9 de marzo de 2009

Respuestas 3. RAZONES CONTRA EL RELATIVISMO MORAL

RACIONALIDAD ENTRE LOS SERES HUMANOS.


Yo le preguntaría al relativista por qué es preferible introducir la racionalidad en el estudio del universo físico. ¿O no es preferible? Jesús Zamora, al comentar un mensaje de otro compañero de este foro acerca de la necesidad que tienen algunas personas sobre la existencia de Dios, nos dice:


“Respecto a lo segundo, lo que yo pongo en duda precisamente es que NECESITEMOS eso para algo. No dudo que hay gente que CREE que lo necesita, pero se equivoca.”


En esta frase queda de manifiesto que incluso el relativista moral cree que es “mejor” acertar que equivocarse (¿absolutamente?). Y buena prueba de ello es la ingente cantidad de argumentos que el mismo Zamora publica en este foro (y, supongo, que en otros sitios) para combatir lo que a él le parece un error (el teísmo; que, por cierto, también me lo parece a mí). ¿Por qué combatir tan arduamente el error? ¿Cuál es la razón última? ¿Qué importancia puede tener que la gente crea o no en Dios? Si mañana el sol va a salir a la misma hora. ¿Por razones prácticas, quizá? La razón práctica que nos mueve a combatir lo que nos parece un error es que los aciertos nos hacen, antes o después, mucho más felices (o menos desdichados) que los errores. Infinitamente más felices. Y más longevos, claro. Como ya argumentaré, la lucha contra lo que creemos erróneo tiene también (eso pienso), un origen evolutivo.



9.1. La racionalidad es la afirmación de la naturaleza del conocimiento. Un conocimiento irracional es una contradicción, como un círculo cuadrado, pues el conocimiento es racional o no es conocimiento. Conocer es integrar en la capacidad de representación y comprensión del ser humano algo que no estaba explícitamente en ella. Es decir, implica adquirir algo exterior y la validez del conocimiento será equivalente a mostrar que representa eso exterior. Los métodos racionales tratarán de probar que lo que se presenta como conocido no es una mera invención, es decir, una creación de la inteligencia humana. Si no prueban que mediante ellos se adquiere conocimiento, no son racionales y si lo son es porque permiten adquirir conocimiento. Por tanto, la racionalidad no es preferible sino indispensable para el conocimiento del Universo.

9.2. Lo anterior no es un desacuerdo con la tesis que expone (Raus) sino una precisión. Conocer exige ser racional ya que de conocer el mundo se siguen consecuencias favorables mientras que de ignorarlo las que se siguen son desfavorables. Y por eso podemos decir que es mejor conocer la verdad pues permite la vida y su mejor desarrollo. La vida humana se destruye por los accidentes, las enfermedades, las inclemencias del ambiente y si hemos visto que "bueno" es la afirmación de la vida humana y su desarrollo, lo que la favorece lo es, y malo lo contrario.

9.3. Pero no tiene nada de sorprendente que alguien diga eso y, a la vez, que es relativista moral. El relativista cree por su propia convicción en ello ya que lo bueno del conocimiento equivale a la mejora de su propia vida o a la dela sociedad en la que está integrado para su supervivencia y bienestar. Es su propio bien el que está en juego y eso no es relativo sino absoluto. El bien de las bacterias de la tuberculosis, por el contrario, no va a identificarse con los progresos científicos. Y si hablamos sólo del ser humano el bien de las fábricas que aplicaron la producción mecanizada y en cadena era el mal para las artesanales.




Racional es aquella persona que intenta guiar su conducta con razones: es decir, basándose en hechos y estableciendo determinados fines.


Cuando decimos que todo humano racional debe apartarse o condenar el delito, ¿por qué lo decimos? Lo decimos en el mismo sentido en que diremos que todo humano racional debería aceptar la evidencia científica, la evidencia de los hechos. Será alguien que se guíe por éstos, no por pareceres, pulsiones o suposiciones. Debe recurrir a la experimentación y la prueba empírica para fundamentar sus afirmaciones. Pero hay que establecer un objetivo final deseable para todos: la consecución de la felicidad.


Un científico debe obrar imparcialmente: no se pondrá de lado de ningún posible resultado. O si es el caso de que tenga preferencias, éstas no deberán alterar el resultado final de su investigación. Si un ingeniero agrónomo desea probar que su abono es igual de efectivo en todo tipo de tierras, tendrá que echar la misma cantidad de abono a cada una de ellas. De lo contrario, estará falseando la investigación.


Si deseamos introducir la racionalidad en las relaciones humanas, no nos queda más remedio que proponer un sistema judicial imparcial respecto a los intereses de todas las personas. Y esto implica que, en función de la igualdad manifiesta entre las personas en asuntos vitales, el juez tendrá que condenar las intenciones de quien pretende conculcar esa igualdad.


¿Y por qué habríamos de desear introducir la racionalidad en el mundo de las relaciones humanas? Bueno, también podríamos preguntar que por qué habríamos de introducir la racionalidad en el estudio del mundo físico. Inevitablemente, aparece el juicio de valor. La ciencia es mejor que la superstición para alcanzar, afianzar o mantener nuestra felicidad. Ésta, la felicidad, es el valor supremo e irrenunciable de todo ser humano. Somos más felices con coches seguros, medios de comunicación tecnológicos, con buenas medicinas, agua corriente, luz en casa, máquinas que nos evitan la fatiga… Igualmente, somos más felices en una sociedad que se vea lo más libre posible de atracos, peleas, conflictos, asesinatos, maltratos, robos… ¿Qué felicidad van a tener esas sociedades que, por unas u otras razones, tienen elevados índices de criminalidad, muerte, odio, inseguridad y miedo? Un hecho psicológico universal e incontrovertible es que el miedo y la sensación de inseguridad son los enemigos principales de la felicidad para cualquier ser humano. Y donde hay mucho delito (inseguridad), no hay felicidad. Por eso la ley pena mucho más el robo con intimidación que el robo a secas. Normal, abominamos más de la intimidación (temer por la vida o la integridad física) que del robo de una propiedad.




10.1. Aceptemos como evidente que el final deseable para todos y cada uno es la consecución de la felicidad, por más que esto tenga mucho de relativo. Así unos preferirán una vida larga y moderada y otras una corta e intensa, unos la compañía y otros la soledad. Podemos decir que cada uno escoge conseguir su felicidad, que es la tesis relativista.

Por lo tanto, decir que una persona racional debe apartarse del delito no es inmediatamente lo mismo que decir que debe aceptar la evidencia científica. Visto que vivir plenamente es el bien del ser humano y que la felicidad es indicio de que el individuo se identifica con su propio bien, y que conocer es poseer una representación verdadera de la realidad, el contenido de lo verdadero no depende del individuo sino de su adecuación a lo realmente existente, mientras que su bien se identifica con su propia existencia. Un ser humano hará bien en afirmar que los antibióticos curan las enfermedades bacterianas y son ineficaces en las causadas por virus porque es verdad, por más que lo primero sea un bien y lo segundo un mal. Sin embargo, el Jan de los mongoles podría ser feliz ante pilas de cabezas cortadas a sus enemigos, lo cual se diferencia del delito en que el poder para castigar al Jan había sido destruido por el propio Jan.

10.2. Hablar de un objetivo final deseable para todos: la consecución de la felicidad. es más un postulado que una constatación porque este fin no será necesariamente el mismo para cada uno, como no lo fue para el Jan de los mongoles y para sus enemigos decapitados. Todos desean su propia felicidad, pero los actos que llevan a la felicidad de unos no necesariamente llevan a la felicidad de otros ni la disminución de la felicidad de otros lleva necesariamente a la disminución de la felicidad de un individuo determinado. Eso implicaría una actitud altruista y compasiva que no existe en los delincuentes, tanto sean encarcelados como gobernantes.

10.3. Estoy de acuerdo con que la mayor felicidad para cada uno sólo se alcanza con la mayor felicidad para todos siendo altruista y cooperativo, como también estoy de acuerdo en que el número e elevado a iπ es igual a -1, o que todos los átomos están compuestos de protones, neutrones y electrones, aunque ninguna de las tres cosas sea evidente para todos. La tercera, un hecho, está demostrada por la Física y la Química, la segunda, un teorema, por las Matemáticas, y la primera parece que por la Historia. Pero muchos no estarán de acuerdo porque simplemente no son altruistas ni cooperativos.

10.4. Si alguien está dispuesto a sacrificar a los demás para su propia felicidad, suponer que va a ser más feliz si todos lo son es contrario a los hechos. Lo esperable es que cometa cualquier crimen y no se le podrá acusar de irracional ya que, si su objetivo es, por ejemplo, obtener una riqueza que no es suya y lo consigue, ha previsto un fin favorable, ha dispuesto los medios necesarios y ha acertado en su previsión. Podrá ser criminal, pero no podremos acusarle de irracional.

10.5. Debemos rechazar, por ingenuas, las objeciones a esto del tipo "el criminal a largo plazo nunca gana" pues nos consta lo contrario: existen delitos nunca resueltos o resueltos tan tarde que han dado tiempo a que el criminal viviera un larguísimo periodo de felicidad. Y los casos de fanáticos que mueren contentos son una prueba decisiva.

10.6. La Historia, como decía antes, muestra -o demuestra- que las sociedades cooperativas son más estables y desarrollan en mayor medida sus potencialidades, por lo que su resultado conjunto es mayor y mayor la parte de cada uno de sus miembros en seguridad, bienes y en felicidad. Y siendo esto así, éstos tenderán a cooperar y a defenderlas no sólo por ser altruistas desde un inicio sino por constatar que les ha ido bien siéndolo. Las sociedades cooperativas han triunfado contra los ataques de tiranías de diverso tipo y la libertad y la democracia y espero que sigan así, pero esto, que es un hecho histórico, no desmiente en nada que el fin perseguido por todos: altruistas o egoístas, es el bien propio. Los altruistas entienden o sienten por instinto la conveniencia de colaborar pues de ello se obtiene un mejor resultado propio. Lo realmente paradójico sería que las sociedades altruistas se autodestruyeran intencionadamente en beneficio de las tiranías. No hay duda de que lo hacen o pueden hacerlo sin intención, pero mientras el fin de la acción sea el bien propio y el de los semejantes estaremos muy lejos de una moral que no se centre en ese bien propio.

10.7. Sólo una vez que hemos decidido o creemos que el bien propio se alcanza más y mejor por la vía de la cooperación y que nos defendemos defendiendo a los demás tiene un sentido estructural la creación leyes universales y la objetividad en su aplicación. Entonces no podría ser de otra manera pues la inseguridad ante leyes injustas o aplicaciones arbitrarias de la ley destruirá la cooperación y el deseo de cooperar.



Somos una especie social. No podemos vivir solos y aislados. Desde que nacemos, nuestra debilidad es radical. Cooperamos entre nosotros. El delito es un atentado directo contra la cooperación social. Necesitamos racionalidad en la consideración del mundo físico (ciencia) y racionalidad en la consideración de las relaciones entre las personas. Pues tanto la ciencia como la justicia nos hacen más felices… a todos.


Voy a intentar demostrar que, al igual que cualquier criatura racional del universo entendería que 2 más 2 son cuatro, también entenderá que, entre los humanos, hay actos justos e injustos.



11.1. Parece que la vida en sociedades es una adaptación con éxito y entender el origen de las sociedades implica entender el origen evolutivo de ese éxito y las circunstancias en las que se ha dado. La sociología debe tener, por tanto, a la biología como base. Pero el entender el comportamiento de los individuos de una especie como adaptación a un medio relativiza ese comportamiento y su éxito pues los demuestra como dependientes de que se den tales o cuales mutaciones que afecten al comportamiento y que se den en un medio en el que resulten favorables.

La vida, en general, parece tener necesariamente un elemento cooperativo. La vida sólo se entiende como capaz de crecer y multiplicarse usando la energía exterior para fabricar más vida. Los seres vivos que no tiene descendencia simplemente se extinguen y el dedicar recursos a reproducirse implica muchas veces un riesgo y siempre una inversión que renuncia a algo actual para obtener algo futuro. Una especie se extiende si se reproduce y los padres invierten en acumular recursos para engendrar a sus hijos, alimentarlos y cuidarlos. Por lo tanto sería absurdo que los padres destruyeran a sus hijos o a sus familiares y el no hacerlo exige reconocerlos y eliminar la posibilidad de una destrucción generalizada. Es obvio que un congénere podría ser alimento o puede ser competidor por el alimento. Así, renunciar a destruirlo equivale a un coste y esto es altruismo.

11.2. Dentro de una especie se entiende la justicia y se puede demostrar que debe haber algún tipo de altruismo. Por tanto, la justicia y el altruismo se explican para el bien de los individuos altruistas y sus parientes como el no destruirse a uno mismo es un requisito de la vida de un individuo. Pero esto es, precisamente, remitir, referir, hacer relativo el comportamiento de un ser vivo, de un ser humano también, a sus propios fines y superviviencia. El altruismo incluye defenderse de otros agresores o de la enfermedad alimentarse de vegetales o animales e incluso competir por los recursos con otros seres humanos, más o menos lejanos como familiares.

11.3. Demostrar que hay actos justos e injustos es posible objetivamente tanto como demostrar que hay especies que alimentan a sus hijos y otras que los dejan a sus propios recursos. Practicar la justicia es equidad en el trato, esto es un hecho y afirmar que se da puede ser verdadero o falso. Pero lo que no puede ser es automáticamente una norma universal de comportamiento. Podemos saber que hay actos justos e injustos y podemos comprender que favorecen la vida y supervivencia de unos individuos de una especie frente a los que no son cooperativos. Sin embargo, el altruismo en favor de otros individuos no altruistas es autodestructivo pues un individuo altruista da un beneficio y no lo recibe, mientras que el egoísta recibe y no da, con lo que perjudica al altruista.

El altruista necesita por tanto detectar a los defraudadores y defenderse de ellos. Eso es la base de la justicia como ley y de las instituciones que la defienden.






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